Cuando se entienda que no es una lucha de géneros, sino la defensa de lo bueno ante lo malo, ese día dejaremos de destruir la historia y reputación de nuestro país.
En el año 1923 en Yucatán, se les otorgó el derecho a las mujeres de votar y ser votadas en elecciones populares, quedando tres de ellas en el congreso y una más como regidora del Ayuntamiento de Mérida. En este año, alzando la voz, las mujeres lograron sembrar la semilla que posteriormente tendría un excelente resultado.
Se comenzó a escribir una nueva historia para nuestro país, cuando en el año 1953 se decreta a nivel federal el derecho de las mujeres de participar íntegramente en elecciones, y se culmina en el año 1955 cuando este derecho lo ejercían por primera vez. México se colocaba en la mira del mundo. México comenzaba una nueva historia.
No quiero enfrascarme hablando de historia que se puede encontrar en otros espacios, pero si quiero dar mi punto de vista sobre lo que está pasando.
No son los movimientos los que están mal, sino las acciones tomadas para defenderlos. Hemos perdido de vista que no somos competencia, somos aliados. Las mujeres son las que alzan la voz en contra de abusos sexuales, violencia y discriminación. ¿Pero acaso estas mujeres violentadas, no tienen papá, hermanos, tíos, abuelos?
¡Basta de generalizar! Por el hecho de ser hombre no se es violador. Algunos estamos dispuestos a unirnos, a alzar la voz para defender sus derechos mujeres. No hace falta que demuestren que pueden causar más alboroto y destrucción que los hombres. No hace falta que demuestren que son y pueden ser más fuertes. Solamente hace falta ser aliados, defender lo bueno y luchar contra lo malo. Esa sería una verdadera lucha.
No hubiera sido posible el hecho histórico del 55, si un hombre no hubiera firmado. Pero tampoco hubiera sido posible sin una mujer que alzara la voz. Los dos fueron responsables, los dos tuvieron que intervenir, los dos se unieron en un mismo ideal que ha beneficiado en demasía a nuestro México.
Aquí estamos, nosotros les ayudamos. Les debemos mucho. Sin ustedes, sin su participación, sin su inteligencia, México no estaría construido como ahora. Sigamos construyendo juntos y no destruyendo lo que a muchas otras personas les costó hasta su vida.