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hace 5 años,el
«Donde hay poca justicia es un peligro tener razón»
-Quevedo-
Difícil es consolidar un buen gobierno, sin una buena oposición política. No seré el primero ni tampoco el último en señalarlo, el país está siendo gobernado en este momento, sin una clara limitación del poder. Las organizaciones políticas carecen de líderes que promuevan el intercambio de ideas, la construcción del debate político y el sano ejercicio de exigencia ante los abusos que giran en torno a la silla presidencial.
En lugar de ello, tenemos figuras opositoras que impulsan las deficiencias del gobierno, pareciera que ante la actual contingencia del Covid-19, la recomendación del uso del “cubrebocas” ha girado hacia el ámbito político, las advertencias son claras acerca de los efectos que han sido disimulados ante una inminente crisis económica y de salud, pero pareciera que los líderes de los demás partidos no los vislumbraran.
Es aquí donde surgen dos problemas principales: El primero de ellos recae en el sometimiento ante las decisiones tomadas en perjuicio o a favor de los mexicanos, el presidente claro está; seguirá fiel a su movimiento político ¿Cómo preocuparse si nadie lo cuestiona ni pone en riesgo la ejecución de sus órdenes? La crítica no significa contradecir todo, por el contrario se establece dentro de la democracia como el espacio donde se deben de dirimir las diferencias ideológicas para construir políticamente. Si algún error no se señala y en lugar de eso es aplaudido y vestido en laureles, estamos ante una situación de peligro en cuestión de gobernabilidad.
El segundo tiene que ver con la falta de credibilidad a los partidos políticos, una realidad que permea en cada rincón del país en especial hacia las instituciones de tradición, el desgaste es evidente en las marcas conocidas, por ende, es contradictorio que sean estas organizaciones las que además de usar un cubrebocas permanente, lleven año y medio con los ojos cerrados.
La inacción cuesta más que la sobrerreacción en todos los sentidos, creo yo estimado lector, sin establecer un futuro caótico, que estamos a tiempo de tomar acción con la realidad que pasa frente a nosotros. Resulta ilusorio pensar que sin medidas drásticas se podrá frenar el contagio del coronavirus, como también lo es, creer que las consecuencias póstumas al mismo no afectarán a nuestra economía.
Ahora bien, queda claro que existe una problemática enorme con la oposición fantasma. ¿Qué necesitamos entonces? Para empezar una reconfiguración dentro de los partidos políticos, capacidad de exigencia sí, pero siempre y cuando esté acompañada de propuestas y soluciones. Erradicar los malos vicios que generaron un sistema de carteras y bastiones políticas que perjudicaron para siempre la institucionalidad.
Que sean estas mismas organizaciones las que demuestren madurez política ante la polarización social, que se dirijan los focos de atención hacia las causas sociales, los miembros de la vida pública deben recordar lo que significa ser un servidor público. La ironía que el presidente muestra en las mañaneras, debería de ser contrarrestada por las tardes, con cifras, con investigaciones pero sobre todo con verdaderas argumentaciones. Una contraloría eficiente en el gasto público, que en el combate a la corrupción también la actual administración sea juzgada, como el buen juez que empieza por su propia casa.
No lo es todo, pero sin duda sería un buen comienzo para la reconstrucción democrática. Figuras que se afiancen en el carril de las propuestas, nuestro sistema político tiene de dos… Renovarse o morir.