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OPINIÓN

Mi vida en la transición

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En México, los políticos rara vez publican sus memorias. Y cuando lo hacen, suele ser un acontecimiento editorial. Por eso me ha llamado la atención que la publicación del recuento de las experiencias de Demetrio Sodi de la Tijeracomo político profesional y servidor publico a lo largo de más de cuatro décadas, ha paso desapercibida. 

Mi vida en la transición. 40 años en la democracia mexicana (Grijalbo, 2021) llegó a la mesa de novedades sin causar revuelo, sin mayores reflectores ni difusión, a pesar de que su autor es uno de los testigos y protagonistas más conspicuos del proceso de transición democrática en México. Tal vez la editorial tenga programado un roadshow mediático más adelante, mientras tanto vale la pena hacer una disección del libro de marras. 

El autor 

Demetrio Sodi de la Tijera (Ciudad de México, 1944) es un político profesional con una trayectoria de más de 45 años en el servicio público. Ocupó casi todos los cargos a los que aspira un integrante de la clase política, excepto Jefe de Gobierno de la capital del país y Presidente de la República. Fue Diputado Federal, Asambleísta, Senador y Jefe Delegacional, más una amplia lista de responsabilidades en la administración pública federal. Militó en el PRI durante 20 años, casi una década en el PRD y fue postulado por el PAN, sin ser militante, en distintas elecciones. 

Además de su flexibilidad pluripartidista, mi generación recuerda a Demetrio Sodi por ser una de las voces con más presencia en los medios de comunicación a finales de los noventa y en la primera década de este siglo. El ex senadorperredista era un tertuliano asiduo a las mesas de debate de la radio y la televisión, y también un frecuente articulista en los diarios impresos, particularmente de El Universal.

Su opinión frecuentemente era requerida, porque, como dicen los periodistas, daba la nota. Y la daba sí por sus argumentos, elocuencia discursiva y congruencia política, pero sobre todo debido a que sus opiniones solían ir a contracorriente de las dirigencias de los partidos en los que militaba. Como el propio Demetrio lo reconoce: “He sido un mal militante partidista, porque he sido un político independiente…Desde que fui legislador por el PRI y luego con el PRD fui cuestionado por los partidos por expresar mis opiniones y votar de acuerdo con mi criterio”. 

Después de buscar infructuosamente la candidatura a Jefede Gobierno del Distrito Federal por el Partido de la Revolución Democrática en 2006, el PAN le abrió las puertas y lo postuló como su abanderado. No ganó, empero elevó la intención de voto a favor de Acción Nacional impulsándola de 8 a 28 por ciento, que fue el resultado que finalmente obtuvo. Este crecimiento fue uno de los factores que influyeron en el resultado de la elección presidencial de ese año, en la que Andrés Manuel López Obrador alegó un supuesto fraude en su contra. “Miente, perdió porque como candidato del PAN pudimos aumentar nuestra votación…, y esos votos adicionales fueron fundamentales para el triunfo de Calderón”, asevera en su libro Demetrio Sodi.

Tres años después de la derrota en la elección para Jefe de Gobierno, en 2009, Sodi de la Tijera compitió por la Jefatura Delegacional de Miguel Hidalgo, y derrotó a la medallista olímpica Ana Gabriela Guevara. En 2012 pretendió ser nuevamente candidato del PAN a Jefe de Gobierno de la capital, pero no lo consiguió. En 2015, una vez más, aspiró a gobernar Miguel Hidalgo, pero el PAN le otorgó la candidatura a Xóchitl Gálvez. 

En 2018, volvió a contender por la misma demarcación, pero ahora por la vía independiente, “sin embargo, a mitad de la campaña me di cuenta de que las firmas que había conseguido para el registro estaban mal y preferí renunciar a ella”. Con este último fracaso, después de nueve lustrosen la vida pública, Demetrio Sodi está retirado de la política activa. 

Y es sobre esas cuatro décadas en la democracia mexicana sobre las que versa Mi vida en la transición. 

Comunicación Política

En cuanto a la Comunicación Política, Mi vida en la transición está lleno de pasajes valiosos. Si algún interesado en las campañas electorales busca un testimonio fiel que describa cómo eran los inequitativos comicios durante el régimen priísta, basta acudir a la página 71 de este libro. En 1988, Demetrio Sodi fue candidato a diputado federal por el distrito 25 del entonces Distrito Federal. Y así fue su “campaña de Estado”: 

“Mis vínculos con el gobierno de la ciudad me permitieron hacer una campaña de respuestas inmediatas a las demandas de la población, y durante los tres meses que duró abrimos 10 lecherías, cambiamos la mayoría de las luminarias, inauguramos módulos de policías y con el apoyo del gobierno central y de la delegación llevamos a cabo muchas cosas más que pedía la gente…el PRI utilizaba todos los recursos del gobierno para hacer ganar a sus candidatos…En ese tiempo el partido y los candidatos nombraban por debajo del agua a los presidentes de casilla, que eran en la mayoría de los casos los dirigentes seccionales del PRI”. 

Las memorias de Demetrio Sodi también abonan al conocimiento del proceso de democratización de México, del paso de un presidencialismo autoritario a uno democrático, de un sistema de partido único a uno multipartidista, de un sistema electoral controlado por el gobierno a uno ciudadanizado, de un sistema mediático cerrado a uno más abierto, de un congreso unipartidista a uno más plural, de un país centralizado a uno federal con instituciones independientes. Y de ese proceso, él no solo fue testigo sino protagonista, como activista, pero sobre todo como legislador.

La crítica 

Mi vida en la transición es un buen texto, hasta la página 198. De los 42 capítulos del libro, en 35 Demetrio Sodi se dedica a compartir su experiencia, en el resto solo a criticar a Andrés Manuel López Obrador, a quien tilda de “autoritario”. El libro debió concluir en el capítulo que titula “Fuera de la política”, en cuanto reconoce que está fuera “no por gusto, sino porque así se dieron las cosas, ya que no tengo cercanía con ningún partido o grupo político”, es decir, su independencia, congruencia y autonomía, finalmente, le cobraron factura: políticamente, se quedó solo. 

Acaso otra crítica que se le podría hacer al libro de Demetrio Sodi es su obcecación por hablar de su probidad, de insistirle al lector que él no es corrupto, que es un hombre honesto y que nunca estuvo en medio de un escándalo. Y es que no dudo de su palabra, pero su insistencia en destacarlo lleva a pensar, en algún momento, que más que compartir su experiencia sobre “la evolución de la vida política nacional durante los últimos 40 años”, su objetivo es dejar plasmado que él es un rara avis en la política mexicana.

Más allá de estas críticas, Mi vida en la transición es una lectura obligada para quien le interese analizar el proceso de democratización de México a través de la pluma de, insisto, uno de sus más conspicuos protagonistas. 

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