Sobran muchas preguntas.
El ser esclavo en la antigüedad significaba dirigir actos y pensamientos hacia una persona, hacia un amo que ordenaba y dictaba lo que se tenía qué hacer y lo que no. ¡Vaya Sorpresa!
Hoy en día, puedo decir que existen más esclavos. Personas que al igual que antes, dirigen su pensamiento y acciones para cubrir con las espectativas que la sociedad impone. ¡Ésto es mucho peor! y es triste a la vez.
Pensar en los deseos de ser libres de nuestros antepasados. Pensar en lo que ellos hubieran dado por preocuparse por su vida y la de su familia, antes que por la vida de sus dueños. Pensar en todas las cualidades que ellos pudieron aportar al mundo. Pensar en tantas cosas que no son realidad.
Es triste pensar en todas estas cosas. Pero estoy seguro que es más triste ser un esclavo de la sociedad hoy en día. Un esclavo voluntario, que por decisión propia se humilla y arrastra para que otras personas sientan satisfacción u obtengan beneficios. Un esclavo que no sólo sirve a un señor, sino a muchos «señores». Un esclavo atado a sus propios miedos y «limitantes».
En fin, no quiero que me crean, porque al fin de cuentas estaría tropezando con lo mismo. Solamente es mi opinión, o tal vez, nuestra naturaleza.