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OPINIÓN

Apostemos por energías limpias

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La protección del medio ambiente se ha posicionado como uno de los principales temas en la agenda internacional: se han firmado pactos, tratados y se han realizado convenciones con el objetivo principal de preservar nuestro planeta: creando un mundo más limpio para las próximas generaciones. Uno de los principales puntos en las negociaciones ha sido el convencimiento de países escépticos o bien de aquellos que argumentan no tener los recursos suficientes para la inversión en el sector tecnológico y combatir el cambio climático.

La inversión como motor de la economía es indiscutible pues forma parte de las variables macroeconómicas que conforman al Producto Interno Bruto, desencadenando un círculo económico incluyendo variables como el consumo y el ahorro, sin embargo, las tecnologías en las que los países deberían invertir son diferentes a las que son tendencia: ofreciendo alternativas verdes y a un precio bajo si se compara con la competencia no renovable, un ejemplo claro son las inversiones en materia energética en México, pues si bien la funcionalidad inmediata de los proyectos es apropiada, en un futuro cercano la ineficiencia e ineficacia se harán notar.

La apuesta del gobierno federal mexicano hacia los combustibles fósiles y no renovables, además de una desinformación sobre las tendencias mundiales en energía, demuestra una falta de compromiso hacia los acuerdos adquiridos dentro del Sistema Internacional en materia ambiental, ejemplo de ello es la apuesta por Pemex para activar la economía, al igual que el gasto que se planea hacer en la refinería de Dos Bocas, a la cual no me referiré como inversión pues no generará ganancias, pero tendrá un gran impacto ambiental dejando a México muy detrás de aquellos Estados que desarrollan tecnologías limpias como energía solar, nuclear y eólica.

En cuanto a los elementos de movilidad también se han atrasado en México, pues las redes férreas son poco funcionales. La propuesta de la administración actual refería un tren en la parte sur del territorio: el Tren Maya, proponiendo que su alimentación inicial fuera completamente energética, sin embargo ahora que el proyecto va avanzando sale a la luz que el Diesel será el responsable de impulsar a estos “innovadores” trenes, pues es más barato. Respecto a su construcción generará un impacto ambiental gigante pues se destruirán áreas de manglar  y densa vegetación, las cuales representan uno de los pulmones más grandes en América Latina, lo anterior sería suficiente para que cualquier nación del viejo continente rechacen contundentemente la construcción de un tren con estas características, sin embargo el partido mexicano en el poder, argumenta que es necesario realizar este ecocidio que representa una pésima decisión.

La corrupción y mentiras de la administración actual son un gran problema que afecta la seguridad y el desarrollo nacionales pues se afirmaba que el Tren Maya sería eléctrico, sin emisiones, además de silencioso. Ahora nos damos cuenta que será lo contrario y la ciudadanía deberá pagar un alto precio por un medio de transporte anticuado al igual que contaminante; cuando recordamos el discurso para no continuar con el proyecto del Aeropuerto Internacional de Texcoco, vemos que la bandera de preocupación por el medio ambiente fue el estandarte de Andrés López. Es triste saber que solo la utilizó como catalizador de votantes, además de descalificar un proyecto que era necesario en un zona cuya huella ambiental era mínima.

En cuanto a los contratos y concesiones para los proyectos magnos del Presidente, como Dos Bocas y el Tren Maya, el nepotismo es evidente, pues ahora solamente es necesario rascar un poco para encontrar los nexos de los concesionarios federales con colaboradores del gobierno y cercanos al poder presidencial, mismos que según los medios de comunicación se aplican desde el IMSS con la compra de medicamentos, hasta la compra de contaminantes como el carbón.

Las promesas de campaña de López se veían como un peligro para México, la parte rescatable del Tren Maya era su funcionamiento eléctrico y con base en hidrógeno, sin embargo, ahora vemos que las promesas se tornan en mentiras que no solo afectan a México de manera inmediata, sino que serán un mal creciente y crónico del que no habrá vuelta atrás. La necesidad de políticas públicas responsables e integrales es tangente y puede que sean la única salvación de México frente a la amenaza de este desastroso régimen.

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