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hace 5 años,el
El Seguro Popular fue el esfuerzo de más de una administración federal para hacer cobertura a los gastos médicos que erogaban las y los beneficiarios de todas las clínicas y hospitales del Sector Salud. Es necesario recalcar que surgió durante el sexenio De Vicente Fox, en el año 2004, y teniendo al Dr. Julio Frenk Mora como secretario de Salud. Bajo el esquema del Seguro Popular, se alineaban los recursos federales y estatales para que todas las personas beneficias tuvieran un seguro médico, con esos fondos, los sistemas estatales de salud proveían servicios de primer y segundo nivel de salud a las personas que no gozaban de seguridad social.
A su creación, en el año 2004, se contaba con una cifra cercana a los 5 millones de afiliados; al cierre del 2018, la cifra ascendía a los 53.5 millones de afiliados, concentrándose el 99% de éstos en el 40% de la población del país con menores ingresos, dando con ello un importante paso en el objetivo de la cobertura de salud universal.
El Seguro Popular fue un programa muy ambicioso que mejoró la salud de millones de hombres, mujeres, madres solteras, niñas, indígenas. Como todo programa de gobierno, éste siempre tuvo una visión de mejora continua, bajo ese precepto, se conocían perfectamente las áreas de oportunidad en las que se trabajó año con año.
Desafortunadamente, el gobierno de la Cuarta Transformación está cegado por la venganza, el golpeteo a opositores y a todo lo que ellos crearon en su momento y a la imposición de su ideología. En ese contexto, en lugar de mejorar algo que funcionaba bien (y que antes de que existiera el Seguro Popular, el sistema de salud del país era un total desastre), está enfocado únicamente por el control de los recursos y el poder por el poder.
La 4T cometió un error que costará la salud y la ida de millones de mexicanos, en especial los más pobres: al reformar la Ley General de Salud y desechar el Seguro Popular, se esfuma también la garantía de un servicio de salud, todo a cambio de ilusiones y mentiras.
El INSABI, que ahora sustituye al Seguro Popular, no es un sistema de salud universal, no ofrecerá servicios de tercer nivel y no apuesta por la prevención de enfermedades. A la fecha, tampoco hay información sobre sus reglas de operación ni sobre qué gastos absorberán los estados y cuáles el Gobierno Federal. Al centralizar todo, se limita la capacidad de acción estatal y se presta para la utilización política por parte de los llamados ‘superdelegados’.
Con la salud no se juega; que el presidente López Obrador afirme con tanta serenidad en sus mañaneras que “nada en el pasado servía” delata su exceso de soberbia y de ineptitud.